El mar me habló de su grandeza, de su fuerza y de su inmensidad...Yo le hablé de Honduras, de su Pueblo y de sus Instituciones y se sintió pequeño...

(Parafraso del Poema de Jorge Sarabia)


domingo, 24 de febrero de 2008

Historia de Halloween.

Halloween es una festividad reciente en España conocida principalmente por las películas americanas; pero el culto a los muertos, el miedo que los temas de ultratumba sugieren y los ritos que con este motivo han ido surgiendo, se remontan en la historia de la humanidad a la prehistoria.

Según la documentación existente, los celtas celebraban cuatro grandes fiestas durante el año relacionadas con el ciclo agrario.

El 1 de noviembre celebraban la fiesta de Samain, en la que se conmemoraba el comienzo del nuevo año después del verano, las fiestas duraban 3 días y comenzaban el 31 de octubre en cuya noche Halloween ("All hallow's eve" , palabras del inglés antiguo que significan "víspera de todos los santos"), antes de comenzar el nuevo año tenía lugar la conjunción entre el mundo de los vivos y el de los muertos. El día 1 de noviembre estaba dedicado a los héroes y el 2 a los muertos, con grandes manifestaciones rituales.

Con el fin de asimilar esta costumbre tan arraigada, la Iglesia católica en el año 835 trasladó la festividad de Todos los Santos que se celebraba en mayo al 1 de noviembre y el Día de Difuntos más tarde en el 988 se instauró en el 2 de noviembre, buscando un sincretismo entre la tradición pagana y el cristianismo. Fue costumbre durante muchos siglos, encender hogueras en las colinas para espantar al mal y se invocaba la protección de los antepasados, como espíritus amigos que podían proteger a sus descendientes. Todavía en tiempos de la Reina Victoria se encendía una gran hoguera en Balmoral.

En principio, los fantasmas como visión del difunto, no eran causa de miedo, sino de respeto porque proporcionaban la comunicación con el reino de la muerte.

En esta línea la costumbre española de representar Don Juan Tenorio está plenamente justificada ya que armoniza la vida y la ultratumba con gran maestría. Este personaje, creado por Tirso de Molina, se atreve a ir al cementerio, la noche de Todos los Santos, a conjurar la almas de quienes habían sido víctimas de su espada o sus deseos.

Los celtas tenían costumbre de vaciar nabos y ponerles una vela dentro como representación de las cabezas cortadas a sus enemigos. Hay que recordar que las calabazas son originarias de Centroamérica siendo los emigrantes irlandeses los que llevaron allí la tradición; éstos pronto sustituyeron los nabos por calabazas, más fáciles de vaciar y más vistosas.

En algunas zonas españolas de fuerte influencia celta, como Asturias y Galicia, se conservaba esta tradición en el Día de los Difuntos.

En Galicia se unen dos tradiciones, la celta y la católica, por lo que en esta región de España es en la que más perdura la tradición en el recuerdo de los muertos y las ánimas del purgatorio, muy unidas al folklore local, así como las leyendas de aparecidos y fantasmas.

En Asturias están documentadas dos costumbres que solemos identificar con el Halloween americano: hacer farolas con calabazas en la noche de Todos los Santos y la de que los niños vayan pidiendo dulces o comida por las casas; la primera pervivió hasta los años 50 del siglo pasado y la segunda, fue prohibida por la Iglesia en el s.XVIII.

Actualmente se tiende a olvidar las connotaciones religiosas y exaltar el terror, las brujas y los fantasmas. En España, la fiesta de Halloween es una actividad en las guarderías y escuelas infantiles, aprovechada también en los parques temáticos y en fiestas organizadas para gente joven. Todavía el homenaje a los muertos, con la visita y adorno de las tumbas con flores, es lo primordial y más importante en esta festividad. Existen dulces propios de estas festividades en muchas regiones españolas, como los "panellets", los huesos de santo o las castañas asadas.

En Latinoamérica perviven estas características llevadas a aquellas tierras por los españoles, aunque la influencia norteamericana también se deje sentir. Estas tradición sin duda sobresale en México pero, aunque existe una gran diversidad de costumbres, no dejan de tener el mismo significado para todas las culturas de Latinoamérica. En partes rurales de Perú, por ejemplo, la celebración del Día de los Muertos empieza el 1 de noviembre y termina el 2 de noviembre.

Según la leyenda, las almas de los muertos regresan durante el Día de los Muertos para disfrutar de los altares, que son llenados de objetos que reflejan algún aspecto de la vida de la persona fallecida. En las casas de los familiares, un altar (mesa) es dedicado a los difuntos con fotografías de las personas a las que se honra; se ilumina con velas dispuestas alrededor de la mesa y con las flores que se llevarán al cementerio el siguiente día.

Las ofrendas para el fallecido incluyen aquellas comidas que el difunto disfrutaba cuando estaba con vida o alguna cosa que hubiese sido importante para él. La costumbre es dejar las ofrendas durante toda la noche para que el difunto pueda tener tiempo de disfrutarlas. Al día siguiente se reza por los difuntos y ya se puede comer lo que se les había dejado de ofrenda.

Ya al día siguiente, las familias van al cementerio y ponen las flores en las tumbas de sus muertos. En las ciudades, el Día de los Muertos se celebra de una forma más sencilla; en lugar de poner las ofrendas toda la noche, se ponen el día 2 de noviembre y se dejan en el altar durante toda la tarde, al atardecer van al cementerio a visitar a sus muertos y a dejarles flores.

Este día es un homenaje para todos los muertos que ya no se encuentran con nosotros y se ve con alegría porque hace que nos acordemos de ellos. Los familiares y amigos se reúnen en la casa del fallecido para recordarlo. Durante esta pequeña reunión se acostumbra tomar café, mientras que se conversa y recuerda cosas del difunto.

Estamos ante distintas tradiciones que, aunque transformadas, han llegado a nuestros días y llevan implícita la idea de la llegada del invierno y el culto a los muertos y tienen también una vertiente fantástica y terrorífica.

Durante la Edad Media, hubo periodos de enfermedades terribles como la peste que causaban una gran mortandad, se multiplicaron entonces las ceremonias religiosas y alcanzó un gran auge la fiesta de los Fieles Difuntos. Con este motivo se hacían representaciones teatrales recordando el poder de la muerte. Estas representaciones eran conocidas como Danza de la Muerte. En ellas, personas disfrazadas representaban diversas dignidades: Reyes, Papas, frailes, príncipes y también personajes del pueblo: herrero, leñador...eran arrastradas por la muerte, mientras la escena simulaba una danza. Los pintores de la época nos han dejado abundantes representaciones de estas escenas alegóricas.

Actualmente, podemos reconocer las antiguas raíces celtas, junto con las costumbres protestantes de fiestas familiares con bailes y disfraces y también la fecha de celebración norteamericana, que tiene sus orígenes en Salem Massachussets, donde se consideraba que se debían quemar a las brujas el 31 de octubre. Unido a todo ésto se halla la fiesta de los muertos.

Fuente: www.pasarmiedo.com

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