Primero oscurece el cielo plagándose de nubes densas, y seguidamente se escuchan y ven truenos y relámpagos, con fuertes vientos y una lluvia copiosa que dura un par de horas.
Cuando la lluvia cesa, los habitatantes de Yoro, encuentran cientos de peces vivos esparcidos por el suelo, Los recogen y se los llevan a sus casas para cocinarlos.
Según los pobladores, los peces no caen con la lluvia, sino que llegan nadando desde algún río subterráneo de agua dulce.
Y aunque todavía no hay pruebas para constrastar este hecho, los expertos especulan que la lluvia de peces, podría deberse a un fenómeno meteorológico: “las trombas marinas” (un tornado absorbe agua desde el mar o desde un rio, y al desplazarse hasta tierra firme, deja caer el agua succionada, que a veces incluye animales que han formado parte del traslado o viaje de una a otra parte).
Y aprovechando la situación, se achacó como un milagro al padre Manuel De Jesús Subirana, que durante su estancia en Honduras (1856-1864), al encontrar a la gente hambrienta y muy pobres, oró duirante tres días y tres noches rogando un milagro que ayudara a aquellos a conseguir algo que llevarse a la boca, ocurriendo casualmente en aquellos tiempos una lluvia de peces en el lugar.
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