La embarazada no tenía nombre (quienes vieron “La Profecía”, las madres de engendros o anticristos siempre son anónimas) y fue el parto más complicado de todos en el Hospital Herminda Martín, así bautizado en honor a una filántropa chillaneja casada con un señor de apellido Muñoz Muñoz, y que para desgracia suya y beneplácito de la comunidad, no tuvo herederos a los cuales dejarles su tremenda fortuna.
El parto, como decíamos, fue muy complicado y la secreción de sangre y fluidos por parte de la madre superó todo lo esperado. Sin embargo, la pequeña y bendita criatura no fue consuelo alguno: un solo grito de la matrona a cargo alertó a sus compañeras. Angustiada ante tamaño fenómeno, la matrona receptora -cuya identidad nunca fue revelada - sólo atinó a reproducir lo primero que se le vino a la mente: “¡Cresta la guagua pa’ fea!”, se le escuchó entre ininterrumpidos sollozos de desolación.
Sin embargo, tal afrenta fue vengada nada menos que por el propio y pequeño aludido. Volteando su cabeza -algunas versiones hablan de un giro de casi 180 grados- la guagua sacó un vozarrón y díjole a la anonadada partera: “Esto no es nada. ¡Tanto o más feo será lo que ocurrirá el 18 de abril, vieja sapa!”.
La madre y la guagua apocalíptica habrían fallecido después de las revelaciones, mientras que la matrona perdió la razón y fue hospitalizada en un siquiátrico. El director
hospitalario reconocio los hechos con el mero objetivo de despistar a la prensa, tal como años antes lo había hecho su colega de otro hospital de la misma ciudad con un duende. Diferente fue el caso de un gobernador provincial, quien por expresa petición del Ministerio del Interior, negó la evidente existencia de un dragón que se paseaba entre Chillán y Chillán Viejo.
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Escalofrio.com
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