Era el 24 mayo de 1964 durante las eliminatorias sudamericanas para las olimpiadas de Tokio, ese día contra todo pronóstico la selección peruana disputaba con Argentina todas sus aspiraciones para obtener una plaza en el Estadio Nacional de Lima, los peruanos más allá del fútbol necesitaban una victoria anímica para atravesar un difícil momento social y político.
47,000 aficionados llenaron las graderías del Coloso de José Díaz y vieron con mucha tensión la primera parte del encuentro que seguía con marcador 0-0, se percibía una tensión diferente en el ambiente.
Corría el minuto 15 del segundo tiempo cuando Néstor Manfredi silenció el Nacional con el 1-0, Pero atacaba y los nervios aumentaban.
Parecía que todo finalizaría 1-0 para la albiceleste pero nadie se movía de su asiento, 5 minutos antes del final el estadio enloqueció con el gol de Víctor Lobatón, sin embargo este fue anulado por el árbitro Ángel Eduardo Pazos y comenzaba a formarse una de las más grandes tragedias del deporte.
El público comenzó a azotar la serpentina, arrancaron los asientos y los lanzaron al campo y fue cuando Pazos decidió finalizar el juego al no tener seguridad garantizada.
Fue en ese momento cuando Víctor Melasio Campos, conocido popularmente como “Negro Bomba” se lanzó al campo para agredir a Pazos y fue reprimido por la policía con una brutal paliza e incluso con los perros, la afición quiso hacer justicia entonces por el Negro Bomba y por su equipo, comenzó la lluvia de lacrimógenas mientras los protagonistas del juego eran escoltados, los espectadores se tiraron de la gradería y otros buscaron la salida encontrando todo cerrado, entre el tumulto de gente más de 300 personas encontraron la muerte y otras más en las manifestaciones fuera del estadio.
Hoy, 53 años después los guardias del estadio aseguran ver a esas personas durante las noches, sentadas en la gradería viendo hacia el campo. "...una noche, estaba yo en la torre del estadio...ese día, había una jornada boxística en "La Bombonera"; miré un rato hacia la tribuna de oriente, y en la oscuridad, se veían varias personas, sentadas. Pensé que eran, no sé, una "segundilla" que alguien había metido al estadio, y eso a pesar de que de donde estaban, no podían ver nada. Llamé por radio a dos de Seguridad del estadio y bajamos juntos a la tribuna: no tardamos casi nada, pero al llegar, no había nadie", dijo uno de los vigilantes.
Otro dijo que "Ahora cuando los vemos, sólo nos persignamos...nos persignamos y les pedimos que nos dejen en paz, que nos cuiden...pero la verdad es que casi nadie de nosotros se pasea por las tribunas de noche y a oscuras, por respeto".
Los guardias que estuvieron ese 24 de 1964 evitan siempre hablar del tema, pero no niegan las presencias, incluso se han realizado estudios parapsicológicos en el lugar para ayudarles a trascender, muchos dicen que no se irán hasta que no se les gaga justicia, pues jamás se responsabilizó a nadie más que al Negro Bomba y se ocultó la cifra de muertos de esa fatídica jornada, finalmente fueron más de 500 personas que murieron ese día cuyos nombres ni siquiera se conocen puesto que los informes desaparecieron para siempre, mas no sus espíritus.
No hay comentarios:
Publicar un comentario